domingo, 18 de abril de 2010

Una reseña: George L. Mosse, “La Nacionalización de las masas”

Por: Adrian L. Aguirre

¿Cómo hizo Hitler para convencer a tantas personas? ¿Como no se dieron cuenta los alemanes, de lo que él estaba haciendo? ¿Como se dejaron manejar por alguien así? Estas son algunas de las preguntas mas frecuentes que fuera de ámbito académico surgen al plantearse la temática de la Segunda Guerra mundial. Preguntas que piden explicaciones sobre el nazismo y sobre Hitler, los grandes protagonistas de aquel momento histórico, preguntas que tratan de entender ¿porque si ese movimiento y su líder, se presentan como diabólicos, tuvieron tanta aceptación?
. Creo que el libro que hoy me ocupa, puede responder sin problemas a estas preguntas y no solo a las personas interesadas profesionalmente en la temática, sino también a cualquiera que se encuentre por fuera de ese ámbito, he aquí una de las virtudes del texto.
Son esas preguntas, de carácter general, las que creo, se conectan con los intereses del propio autor al decir este que su preocupación es la dignidad de los individuos y el control que estos puedan lograr sobre sus destinos o no. En este sentido creo que Mosse, historiador norteamericano, nacido en Alemania y de origen judío, quien escribió este texto hace ya más de 30años, ofrece respuestas al enmarcar los acontecimientos mencionados, dentro de un proceso mas amplio como lo es el de nacionalización de las masas, siempre enfocado desde el ámbito cultural.
Entiende el autor que tanto el movimiento Nazi como Hitler, no son solo un producto surgido de la primera posguerra, sino que el propone rastrear el proceso cultural del cual ellos son la culminación, desde los comienzos del Siglo XIX, cuando despunta el nacionalismo y además entiende que las causas que lo generaron no se clausuraron en 1945, aunque no se ocupe de esto ultimo en el texto.
Este proceso cultural de nacionalización de las masas, es el que se inicia con el surgimiento de una nueva política, donde la voluntad general entendida como un bien supremo es estimulada por el nacionalismo, donde la participación política activa de grandes cantidades de personas que antes no tenían esa posibilidad era alimentada por sus mitos y símbolos, lo que llevó a la conformación de una religión secular donde el culto al pueblo es la manifestación esencial del culto nacional.
El argumento que el autor utiliza para explicar el proceso de nacionalización de las masas anteriormente mencionado, esta planteado pura y exclusivamente desde el aspecto cultural, conceptos culturales abstractos de forma y contenido, que lo conectan con el mundo de las mentalidades y del pensamiento. Aspectos culturales en sentido artístico como monumentos , edificios, dramatizaciones en la ópera y el teatro; así como también en sentido antropológico como asociaciones civiles, costumbristas, festivales públicos los cuales serian la expresión del pensamiento individual enmarcado dentro del mito y el ritual colectivo que caracterizo a la comunidad el pueblo alemán.
Donde el autor gana en riqueza explicativa es en el planteo de diferentes etapas de este único proceso a lo largo de los distintos contextos políticos dentro de los cuales se desarrolló. Así, a lo largo de la Confederación Alemana, el Segundo Imperio, la Repùblica de Weimar y el periodo del Nazismo en el poder, las distintas formas de auto representación de lo nacional, fueron pasando del simbolismo de épocas anteriores basado en dinastías o reyes, a ideales más abstractos como los expresados en la conformación del Volk.[1]
El espacio sagrado, representado por el bosque germánico, presente de forma circundante en los monumentos nacionales en un principio comienza luego a estar incluido dentro de los mismos, ahora representado por el pueblo. Estos monumentos con capacidad para albergar cada vez a más cantidades de participantes de las celebraciones, se constituyen en eficaces elementos para la liturgia de los Festejos Públicos.
El carácter litúrgico de estos festejos es otro de los aspectos que toma el autor para sostener su argumento, es aquí donde destaca la influencia tanto de practicas paganas como del cristianismo, donde las respectivas liturgias fueron fundamentales para la permanencia del culto nacional, donde no importaba tanto la extensión ni el significado del mensaje hablado por el líder, sino su ubicación dentro de las diferentes actividades litúrgicas, y hace notar la progresiva desaparición de la participación eclesiástica, en los momentos importantes de los festejos.
Los aportes de las agrupaciones tanto de gimnastas, también de tiro, como los coros masculinos y por ultimo de las clases obreras fueron determinantes en las liturgias del nacionalsocialismo alemán., brindando experiencia en manejo y logística de grupos masivos de población, así como también como manifestaciones de lo viril, de la conexión con lo emocional, tan característico de ese nacionalismo cultural. Estas formas abstractas que apelaban a lo sentimental, como el deseo de una vida bella y sana, permitieron al culto político ubicarse siempre por encima de las distinciones clasistas.
Los elementos que el autor encuentra en el gusto cultural de Hitler de carácter conservador, tradicional, representando a la elite cultural europea, con Viena como su cabecera, surgen como resultado de esa fusión entre romanticismo y nacionalismo, opuesta a una compresión de la realidad en términos científicos y racionales, priorizando esa comprensión en términos de fe religiosa y de la liturgia que de ella emana.
Mencionar que ideas como la fe ciega, el fanatismo religioso, el no cuestionamiento del dogma, estaban presentes en el desarrollo cultural europeo de la época, sirve para entender lo que ocurrió después, en el momento en que estas se secularizan; sirven para responder las preguntas del principio de la reseña, y cuestionar la historiográfia demonizante sobre esta temática y sus personajes, la cual plantea lo ocurrido en este momento histórico como algo surgido e ideado desde la mente de unas pocas personas, descartando los procesos culturales que influyen en la misma y que son de larga data.
De todas maneras, creo que estos aportes desde la cultura, del pueblo alemán, que el autor rescata a lo largo del libro, como el concepto de belleza clásico funcionando como un todo integrador, o la expresión arquitectónica monumental, dejan en claro que los mitos y símbolos que expresaron el nacionalismo estuvieron basados en experiencias comunes de la comunidad. Expresan la idea de participar de algo excepcional, fuera de la cotidianeidad burguesa, manifiestan la armonía de esa idealización del mundo del cual querían ser parte.
Para finalizar me gustaría mencionar algunos breves aspectos que tienen que ver con la parte mas formal de la edición del libro. En primer lugar destaco la forma amena en que esta redactado, donde la claridad en la exposición de los conceptos da cuenta de la experiencia como profesor universitario del autor. En segundo lugar el detalle de la transcripción de las notas al pie de pagina luego del final de cada capitulo, lo cual hace más fluida su lectura, pensando en publico no académico que pueda acceder al libro y por ultimo creo que fue acertada la utilización de fotografías de los diferentes monumentos y edificios que en el texto se mencionan, pero no tan así su ubicación al final del mismo, lo cual dificulta su observación en el momento en que aparecen mencionados en el texto.


Adriàn L. Aguirre







[1] Volk: el pueblo o la nación, comunidad histórica germana, entidad cohesionada por sus mitos y símbolos, donde la libertad se alcanzaba a través de la integración al grupo.