sábado, 23 de julio de 2011

Estrategias simbólicas del primer peronismo (1946-1955)

Por: Cristian Lovotti

Introducción

Si bien el proceso de industrialización había acelerado su ritmo desde comienzos del siglo XX, la crisis del treinta primero, y la Segunda Guerra Mundial después, iban a volver imprescindible la producción de ciertos bienes industriales que por distintos motivos no se podían obtener en el mercado mundial. En ese contexto, la base fundamental del desarrollo económico ideado por Perón se centraba en la producción industrial. Bienes durables y semi-durables para el mercado interno se sumaban a la producción agropecuaria, que desde la segunda mitad del siglo XIX había sido la base fundamental del desarrollo local.
En el plano político, dado que el peronismo carecía de un pasado de larga data, se vio obligado a crear un conjunto de mitos y símbolos que le dieran una identidad diferenciadora del resto de las fuerzas, de manera de lograr apoyo genuino. El trabajador industrial, que como resultado de esta estructura productiva había ido ganando protagonismo social, entonces, se convirtió en una figura fundamental del período. En consecuencia, la maquinaria propagandística, la creación de instituciones y toda una nueva simbología buscaba construir una cultura popular con la cual se identificaran todos, una unidad espiritual, pero que apelaba fundamentalmente a la clase obrera, buscando convertirla en el sostén político del poder peronista.
Las mujeres se habían ido incorporando al mercado de trabajo desde principios del siglo XX , fundamentalmente en el servicio doméstico, en el sector textil, en la rama del tabaco y en la provisión de servicios en general, pero su situación laboral era mucho más precaria que la de sus pares masculinos. Sus salarios eran más bajos que los de los hombres por la realización de la misma tarea, eran despedidas con mayor frecuencia de sus empleos y, como tendencia de fondo, podemos señalar que existía un consenso, compartido por las feministas, de que el lugar natural de la mujer estaba en el hogar cuidando a los hijos.
En consonancia con el incremento de la actividad industrial, las mujeres fueron aumentando su participación en las fábricas. A pesar que la idea que señalaba al hogar como el lugar natural de la mujer, permaneció como una ley de hierro también en esta época, ya desde la década del treinta fue necesario incorporar mano de obra femenina para apuntalar el aumento de la tasa de ganancia . Si bien una parte importante de la fuerza de trabajo estaba sindicalizada, parte de la clase obrera no lo estaba. En especial, el trabajo femenino era precario e inestable, muchas veces se desplegaba en el hogar y, por lo tanto, estaba fuera del alcance de las organizaciones sindicalizadas, base del apoyo político de Perón.
Sin embargo, tal era el peso que el sector sindicalizado de la clase obrera tenía en el ascenso y mantenimiento de Perón en el poder, que éste va a generar otras bases de legitimidad de su gobierno, como forma de contrabalancear la importancia y dependencia hacia los sindicatos y sus dirigentes. Como señala Mariano Ben Plotkin, “[…] en su búsqueda de una base de apoyo lo más amplia posible, el régimen peronista también estableció una serie de mecanismos informales destinados a la movilización de sectores no integrados de manera directa en su estructura” . Específicamente la Fundación Eva Perón (FEP) funcionó como mecanismo articulador entre el Estado y los sectores no sindicalizados.
Entonces, en particular, este trabajo discutirá las distintas estrategias simbólicas utilizadas por el primer peronismo en la FEP, con el objetivo de lograr consenso y apoyo entre una de las fracciones no vinculada ni directa ni mayoritariamente a los sindicatos: la fracción femenina de la clase obrera. Esto busca contribuir a un debate que se desprende de la bibliografía y que no se ha cerrado aún. ¿Cuál fue el lugar que el peronismo asignó a las mujeres en la sociedad? Aquí nos referiremos al lugar que el peronismo asignaba a las mujeres de la clase obrera. Para esto, consideramos no solamente a las mujeres empleadas, sino también a las desempleadas, por entenderlas como parte de la clase obrera, específicamente como población sobrante .
Para abordar esta temática, en primer lugar, es necesario hacer un breve estado de la cuestión, de manera de conocer cuáles son las distintas perspectivas que aparecen en la bibliografía, con respecto al lugar que se pretendía para las mujeres en el período señalado. Luego, sentaremos las premisas teóricas necesarias para emprender el estudio de las pautas culturales, indispensable para comprender la importancia de las estrategias simbólicas desplegadas por el peronismo Por último, haremos una breve presentación sobre las estrategias simbólicas propias del primero y segundo gobierno de Perón hacia la fracción femenina de la clase obrera, a partir del estudio de una serie de instituciones que dependían de la FEP.

El lugar de la mujer durante el primer peronismo (1946-1955). El debate en la bibliografía:
Los debates sobre el lugar que el peronismo asignó a las mujeres en la sociedad han sido profusos en la bibliografía. Desde diferentes vertientes historiográficas se sentó posición con respecto a una serie de preguntas, que gran parte de los trabajos que abordaban el estudio del peronismo desde una perspectiva de género intentaban responder ¿cambió la situación de la mujer durante el peronismo? Si lo hizo ¿hasta que punto mejoró?
Otra pregunta que a esta altura se ha convertido en un topos, surge de la importancia de Evita entre 1946 y 1952. Aunque no ejerció ningún cargo en forma oficial, como fue señalado en diversos estudios, a través de su carisma ejerció una influencia política que se proyecto incluso más allá de su vida. A partir de la centralidad de esta figura, diversos trabajos se han preguntado por el papel simbólico que cumplió Eva en dicho proceso.
Por último, el derecho al voto femenino, otorgado en 1947 y puesto por primera vez en práctica hacia 1951, fue un punto largamente debatido ¿Fue fruto de la lucha del movimiento feminista o fue una concesión del gobierno peronista? ¿Significó realmente una politización de las mujeres? o ¿Tuvo como objetivo su movilización pasiva?
En síntesis, la situación de la mujer durante el primer gobierno peronista fue largamente debatida. Diversos aspectos relacionados a los estudios de género se desarrollaron en la bibliografía y enseguida los pasamos a revisar.
Un estudio pionero y de gran influencia en la década de los sesenta fue el de Gino Germani, “Política y sociedad en una época en transición” . Señalado como el fundamento de la “teoría de la modernización”, el sociólogo italiano ofrecía una interpretación del peronismo basada en la idea de que el rápido proceso de industrialización y urbanización habría provocado migraciones internas. Los recién llegados a las grandes ciudades carecerían de la experiencia política necesaria para convertirse en sujetos políticos de la democracia, por lo que se convertían en masas en disponibilidad para una relación de tipo carismática y paternalista que, a semejanza de los regímenes totalitarios europeos y a través de una estética de la política y de beneficios materiales concretos, quedaban sometidas a la manipulación. En síntesis, era una sociedad en transición, donde elementos propios de una sociedad tradicional se mezclan con otros característicos de la modernidad.
Luego de la aparición de otro importante aporte en la interpretación del peronismo a principios de los setenta , finalmente, en los años noventa aparece “Resistencia e integración” . En este estudio, Daniel James se centra fundamentalmente en la dimensión política y, particularmente, en las formas que adoptó el discurso del peronismo. Para el autor norteamericano, hubo una redefinición de la ciudadanía que repercutió en una ampliación de la participación. Ésta ya no sólo era formal, sino que ahora la clase obrera establecía su propia agenda de reclamos políticos hacia el Estado a través de los sindicatos.
Continuando la línea de James, Mariano Ben Plotkin, a partir del análisis de la propaganda, los rituales y la educación del régimen peronista, sostuvo que la situación de las mujeres mejoró perceptiblemente entre 1946 y 1955. En particular, en su trabajo hace referencia a la redefinición de la mujer como sujeto político. A partir del análisis de elementos provenientes del mundo simbólico, escribe el autor:
A pesar de que la extensión de los derechos políticos a las mujeres, y el papel crucial desempeñado por Eva Perón en el régimen y en el imaginario político peronista podrían sugerir que el papel tradicional asignado a la mujer en la Argentina fue drásticamente reformulado durante el gobierno de Perón, diversos autores han demostrado que el advenimiento del peronismo no significó un cambio importante en la percepción del lugar de la mujer en la sociedad. Sin embargo, esta visión es sólo parcialmente correcta. Aunque los discursos y escritos de Eva en este sentido hablan por sí solos, las prácticas políticas en las que las mujeres se vieron envueltas ciertamente contribuyeron a cambiar la percepción de su lugar en la sociedad de una manera compleja, […] .
Como se ve, para este autor el peronismo significó un nuevo momento en la situación de la mujer. Para Plotkin, esto es perceptible incluso en el plano de las representaciones. Cuando analiza los textos escolares del período, marca como elementos propios de un nuevo lugar de la mujer en el imaginario político la representación de los derechos políticos adquiridos, la mención a “la capacidad de la mujer para estudiar, trabajar y aun gobernar” .
Para ser más precisos, para Plotkin la representación de la mujer pasó a ser ambigua. En una propuesta que continúa el planteo de Gino Germani, este autor se inclina por una combinación de elementos tradicionales y otros modernos en la construcción simbólica de la mujer peronista. Esto queda claro en varios pasajes. En uno de ellos, escribe el autor:
En algunos textos la continuidad entre las visiones de los textos preperonistas y peronistas es muy clara: las mujeres debían permanecer en los hogares (Al pasar). Otros libros, sin embargo, enfatizan la igualdad entre el hombre y la mujer y la capacidad de la mujer para estudiar, trabajar y aun gobernar (Alma de América) .
Y en otro fragmento:
Aunque la imagen de la mujer presentada en algunos textos peronistas es bastante similar a la presentada por los textos preperonistas, las menciones a los derechos políticos, la introducción de mujeres trabajadoras, etc., puso de alguna manera en cuestión la percepción tradicional del lugar social de la mujer .
Como queda claro, para Plotkin el peronismo no produjo un cambio revolucionario en cuanto al papel social de la mujer, pero, sin embargo, su situación mejoró sensiblemente en este período. En el plano de la cultura popular y de la construcción de un imaginario político, esto se reflejó en imágenes que mezclaban la figura tradicional de la mujer (realizando “tareas” en el hogar) con otras propias una nueva etapa (trabajos fuera del hogar).
En consonancia con la visión del autor de Mañana es San Perón, en una obra colectiva, Carolina Barry, Karina Ramacciotti y Adriana Valobra, a partir del análisis de diferentes dimensiones de la FEP, incluyendo el plano simbólico, concluyen:
En este sentido, es claro que la Fundación Eva Perón articuló una nueva noción de trabajo en relación con las mujeres, pero al mismo tiempo entró en tensión con visiones más tradicionales. Si bien, ciertamente, modeló un discurso tradicional, existieron ciertamente prácticas de ruptura que constituyeron un impulso en pos de que muchas de ellas salieran del encierro doméstico y se volcaran al mercado laboral luego de haber obtenido capacitación en ciertas labores y oficios .
De la misma manera que Plotkin, marcan la interrelación en el imaginario político, entre la visión tradicional y una que se presentaba como reformuladora del papel de la mujer.
Resumiendo, encontramos un primer grupo de trabajos que, tomando como referencia caracterizaciones clásicas del peronismo, consideran que entre 1946 y 1955 hubo una reformulación del lugar social de la mujer.
Dentro de una segunda vertiente, a partir del estudio de las imágenes de los trabajadores que circularon en la época, Marcela Gené concluye que el peronismo, si bien mejoró la situación material de amplios sectores de la población, como contrapartida vigilaba y controlaba intentando amparar a todos . En su trabajo, el Estado peronista juega un rol preponderante en la estructuración de las prácticas sociales.
Teniendo como referencia dicha caracterización, para esta autora el lugar de la mujer estuvo más cerca de las referencias tradicionales que de la reformulación de su papel. Al igual que Plotkin, Gené observa la aparición de nuevas concepciones, pero a diferencia de éste, para esta autora las nuevas concepciones que aparecieron en la gráfica no implicaron un cuestionamiento de la subordinación femenina. Escribe la autora:
Fue Eva Perón quien delineó con sus palabras un paradigma de la mujer “peronista” que conciliaba nuevos roles con los tradicionales. Las tensiones entre la apelación a la actividad política y la permanencia en el hogar se resolvieron en la definición de la práctica política femenina como asistencialismo y “ayuda social” que no planteaba contradicciones con las tareas domésticas.
Y con respecto al trabajo femenino, el peronismo proponía el desarrollo de actividades remunerativas en el marco del hogar.
En efecto, a pesar de que muchas mujeres debían trabajar por necesidad, el trabajo “extradoméstico”, equiparado al de “los hombres”, fue reiteradamente desalentado por cuanto ponía en crisis el cuidado de la familia y los deberes maternales. La costura o el tejido fueron entonces las opciones que conciliaban las tareas hogareñas con actividades remunerativas, sobre todo cuando la situación económica comenzó a agravarse .
Desde el análisis estrictamente de la propaganda la autora señala que:
[… ], la figura convencional de la mujer como esposa y como madre que empleó la gráfica no fue diferente de aquélla trazada por el feminismo, el socialismo local y la Iglesia católica desde los albores del siglo .
Entonces, matizando la postura de Plotkin, para Gené la reformulación del papel femenino se resolvió en un trasfondo tradicional, que remarcaba el lugar subordinado de la mujer al hombre, y que tenía como ámbito de desenvolvimiento el hogar. En donde ambos autores coinciden, es en la común afirmación de que el peronismo sentó las bases de su discurso simbólico sobre un imaginario político que tenía ya una larga tradición para 1946.
A conclusiones similares a las de Gené arriba Jutta Marx, en un trabajo en el que intenta responder el por qué del lugar subordinado de las mujeres en los partidos políticos. En contraposición al primer grupo de estudios, para la autora alemana, la integración de las mujeres a la vida política del país no significó un cuestionamiento de los roles socialmente asignados. Estudiando la estructura del Partido Peronista Femenino, sostiene que:
Bajo la influencia del estilo de conducción verticalista de la descollante personalidad de Eva Perón, que representaba el nexo entre las mujeres y otras áreas del partido, no se generó el espacio necesario para una reflexión acerca de la contradicción que se establecía entre la fijación a roles estereotipados dados por un lado, y la aparición pública masiva de la mujer por el otro. Una reflexión tal, podría haber conducido, a su vez, a una revisión de las estructuras del Partido Peronista .
Al igual que en el caso de la autora de Un mundo feliz, para Jutta Marx la politización de las mujeres que favorecía el peronismo se daba sobre un trasfondo que dejaba intactos los roles masculinos y femeninos.
A pesar de que ningún individuo, por si solo, puede transformar la estructura social de la que forma parte, también es cierto que no todos aquéllos que forman parte de una sociedad tienen el mismo poder . Atendiendo a esta premisa y, particularmente, a su carisma, numerosos trabajos han hecho hincapié en el papel simbólico que cumplió evita en la generación de consenso entre las mujeres. Si bien con matices, la gran mayoría de los autores sostienen la importancia que ésta tuvo para la creación del imaginario político peronista.
Para Mariano Plotkin, la ayuda social directa, que contemplaba el acceso a su persona, fue fundamental en la construcción de un imaginario político centrado en el carisma de ésta. A través de la FEP-para este autor- evita se encargaba personalmente de resolver los problemas de los más necesitados, lo que generó una “imagen de Eva trabajando más allá de los límites de su resistencia física” , en muchos casos con tintes religiosos .
Ciria , si bien resalta el rol simbólico de Eva, como “puente de amor entre Perón y el pueblo”, también hace referencia a su intervención en el proceso político-social. Para este autor, tres aspectos fueron determinantes en cuanto a la importancia de Eva para el régimen. Su insistencia en la ayuda social, su tarea política a través del PPF, y su liderazgo gremial y en el movimiento de masas.
Sobre el rol simbólico de Eva, también se pregunta Alejandra Nari. Esta autora, más atenta a los procesos sociales que a los individuos, marca la importancia de la mujer de Perón en la transformación de la vida de las mujeres, “legitimando su presencia en las calles, en los comicios, en los lugares de trabajo” . Sin embargo, incorpora sus acciones y su importancia simbólica en una malla social que las hizo históricamente posibles. Al respecto escribe:
Pero Eva Duarte también fue un producto de su tiempo. Fue posible, entre muchas otras cosas, por un movimiento feminista y sufragista previo que reivindicó el lugar de la mujer en el campo intelectual, en la política, en el trabajo .
Entonces para Nari, Eva también fue un producto de su tiempo histórico, y de una organización política, que como ya han señalado Murmis y Portantiero , eran previas al peronismo.
Por nuestra parte, nos parece oportuno señalar la importancia que como intelectual política tuvo Evita. Creemos que lo que distingue a un intelectual es su capacidad de dirección en distintos ámbitos de la realidad social (técnico-político-ideológico) . Eva Perón, su figura y el imaginario construido a su alrededor, cumplieron un rol significativo en la creación de hegemonía social, específicamente, en la dirección de relaciones de poder desde el entorno del Estado.
Por último, haremos una breve referencia al voto femenino ¿Cuál fue la utilización simbólica que el dio el peronismo? ¿Fue una palanca para la politización de las mujeres? O por el contrario ¿Fue una forma de movilización pasiva?
Aquí, nuevamente encontramos dos enfoques. Por un lado autores como Mariano Plotkin, quien sostiene que:
Parece evidente que la condición de las mujeres mejoró mucho durante el gobierno de Perón. Aunque el otorgamiento del sufragio hacía rato que se discutía por casi todos los sectores, fue el gobierno de Perón el que dio el paso decisivo en este [ese] sentido, y por eso merece reconocimiento. Sin embargo, en lo que respecta al discurso peronista, el lugar de las mujeres en la sociedad no cambió mucho. Su lugar “natural” era todavía el hogar y sus actividades políticas eran todavía presentadas como una extensión de sus “actividades naturales”: ayuda social y educación. Pero al promover la movilización de las mujeres, el peronismo alentó un importante cambio en la percepción del lugar de éstas en la sociedad, cambio que fue mucho más allá del discurso político .
Aunque centrado en la imagen tradicional de la mujer, el sufragio femenino fue un eslabón importante en el proceso de conversión de las mujeres en sujeto político. Se las interpelaba-para este autor- apelando a la construcción social tradicional de lo que era el deber ser de las mujeres, pero se les pedía que realicen su función social desde una dimensión política, debían ser militantes en el hogar.
En el segundo enfoque, se señala la importancia de “un movimiento y prácticas sociales desde abajo” en la concesión del sufragio femenino. De la misma manera, se señala la importancia capital que tuvo la visión tradicional del papel de la mujer en tanto madre como argumento para otorgarles el derecho a voto. Mientras permitía una participación política inédita, al mismo tiempo mantenía el lugar subordinado de la mujer. Desde nuestro enfoque, esto lejos de ser una paradoja se inscribe en lo que Raymond Williams caracteriza como la incorporación de lo emergente por la cultura dominante. En este sentido, sostenemos que el peronismo absorbió los valores y significados del movimiento feminista sufragista, incorporándolos al imaginario político peronista .
A partir de aquí, trataremos de mostrar el lugar social de la mujer que se desprende del análisis del mundo visual y ritual de la FEP.
Fundamentación teórica:
Todo régimen político se funda sobre una combinación de componentes que le permiten lograr obediencia sobre un grupo de personas. En principio, éste necesita apelar al dominio o poder, entendido como la aplicación de la coerción directa. Sin embargo, la dominación sería insostenible si solamente se basara en la imposición y la opresión. Todo régimen debe lograr entonces, cierto grado de legitimidad o hegemonía que le permita obtener una porción de obediencia en forma voluntaria . Para conseguirla, necesariamente debe intervenir en el campo donde se cruzan fuerzas políticas, sociales y culturales .
Tomando en cuenta lo dicho, podemos decir que el peronismo actuó activamente en los tres campos que acabamos de señalar. Sin embargo, en este trabajo nos centraremos en un sólo aspecto de la hegemonía, el cultural. En este sentido, sostenemos que fue un movimiento político que logró impregnar en la cultura popular una identidad que le era propia. Ya sea desde la Subsecretaría de Informaciones (SI), vital en la organización y despliegue de un aparato de propaganda destinado a construir una imagen de gobierno , o desde la cristalización de esta simbología en la creación de una serie de instituciones y prácticas destinadas a hombres, mujeres y niños, el peronismo creó un imaginario político que pasó a formar parte de la cultura argentina por más de 30 años. Tal fue la impronta dejada en la cultura que aquellos que encabezaron la Revolución Libertadora creyeron necesario, no sólo proscribir al peronismo de la participación política, sino también prohibir, mediante el Decreto Ley N ° 4161 del 5 de marzo de 1956, la utilización de todo tipo de simbología que tenga algún tipo de reminiscencia al peronismo. En síntesis, estudiar la intervención peronista en el campo de la cultura popular es de vital importancias ya que fue un ámbito privilegiado desde el que se intentó lograr dominación con consenso, esto es hegemonía.
Un abordaje marxista del estudio de la cultura:
Para un abordaje marxista de la cultura, es necesario establecer un punto de partida en la cuestión de la relación entre base y superestructura. El marxismo, mucho más interesado en los procesos materiales que en los superestructurales, nunca elaboró una teoría acabada en relación a los vínculos y mediaciones entre las relaciones de producción con los procesos culturales e ideológicos. En general, se limitó a establecer una relación de dependencia de éstos con respecto a aquéllos. Es decir que la ideología, la cultura, la religión y todas sus instituciones no eran más que un reflejo del nivel alcanzado por las relaciones sociales de producción.
Sin embargo, tomando como puntapié inicial a la Escuela de Frankfurt y, especialmente en la Teoría Estética, esta dicotomía comenzó a ser recusada. Como señala Martin Jay :
Puede decirse que si en los años iniciales de su historia el Institut se interesó básicamente en el análisis de la subestructura socioeconómica de la sociedad burguesa, en los años posteriores a 1930 su interés primordial radicó en su superestructura cultural. En verdad, […], la fórmula marxista tradicional relativa a la relación entre las dos fue cuestionada por la Teoría Crítica .
La Escuela de Frankfurt, especialmente Adorno, criticaban la idea de mero reflejo atribuida por el marxismo ortodoxo a la cultura. Para esta corriente, la cultura está en relación indisoluble con la realidad material. Entonces, cualquier análisis marxista de la cultura debe partir de un radical rechazo a la separación en distintas áreas de pensamiento y actividad o de la conciencia y la producción material .

Llegados a este punto, la segunda tarea que aparece como necesaria se vincula con el desarrollo del concepto de cultura, imprescindible para poder comprender un área de suma importancia en la que intentó operar el peronismo, en busca de un consenso alternativo al que hasta ese momento había funcionado como aglutinante ideológico de las elites: el liberalismo.
En primer término, existe una definición bastante extendida de este concepto, donde “implica un sentido de significados y códigos simbólicos compartidos que pueden dar origen a comunidades de personas” . Sin embargo, hay que señalar que la idea de cultura se relaciona también con otras dos ideas. Por un lado, el cultivo de cualidades interiores, como las artes, la vida intelectual y las prácticas en las que se manifiesta . Por el otro, de la misma manera que todas las áreas de la superestructura, los procesos culturales no son un mero reflejo de las relaciones de producción, sino que por el contrario actúan activamente en los procesos sociales creando modos de vida . La cultura no es un mero reflejo de la base productiva, ya que interviene en la producción y reproducción de la vida material. Dado que ésta forma parte de las formas de vida de hombres y mujeres, forma parte de su conciencia práctica, entonces es inseparable de la construcción de lo social. La cultura actúa en los procesos de creación y de imaginación, inherentes a proceso material.
Dado que el hombre no puede superar la producción de lo necesario para la vida diaria en forma individual, la cooperación con otros hombres (establecimiento de relaciones de producción) se vuelve indispensable para producir y reproducir su existencia. En este sentido, la producción de símbolos es una actividad material que se convierte en el sustento del resto de las actividades materiales del hombre. Sin intercambio simbólico, el hombre se mantiene al nivel de la reproducción diaria.
Por último, dado que este trabajo centrará su atención en las estrategias simbólicas del primer peronismo hacia la fracción femenina de la clase obrera, creemos que también es importante establecer ciertas premisas teóricas, necesarias para un abordaje de aquellos elementos pertenecientes al universo de lo visual y lo ritual. Esto es, imágenes, obras de arte, propaganda, arquitectura, estética, celebraciones y todo aquello que generaba un imaginario político con el objeto de generar consenso entre las mujeres trabajadoras.
Tomando como premisa el concepto de cultura, las imágenes, las obras de arte y los ritos, como parte de ésta, no escapan a lo ya dicho. Todas estas formas de representación simbólica portan una naturaleza eminentemente material. Como señala Deborah Poole, “el ver y el representar son actos materiales en la medida en que constituyen medios de intervenir en el mundo” . En otras palabras, las representaciones simbólicas no son meramente reflejos de la estructura, sino que actúan en la creación de lo que el mundo es. No comprender esta capacidad de los discursos simbólicos, nos impide entender la forma en que éstos actúan en la conformación de ideologías que, por supuesto, configuran formas de actuar (materialmente) en el mundo .
Siguiendo a esta misma autora, debemos agregar el carácter social tanto de las formas que adoptan la representación como la visión . Con esto se hace referencia al carácter histórico de las formas que adquiere la percepción. Esto mismo es lo que nos recuerda Benjamín cuando señala:
Dentro de grandes espacios históricos de tiempo se modifican, junto con toda la existencia de las colectividades humanas, el modo y manera de su percepción sensorial. Dichos modo y manera en que esa percepción se organiza, el medio en el que acontecen, están condicionados no sólo natural, sino también históricamente .
Por lo tanto, a la hora de analizar las representaciones simbólicas, es necesario tener en cuenta esta doble naturaleza, material y social del discurso visual y ritual como de la forma que adquiere su interpretación por parte de aquellos que las ven.
Por último, es importante señalar que toda construcción simbólica ni actúa en el vacío, ni es estática. Como señala Marcela Gené:
Lo que cabe preguntarse es si la historia de las imágenes de la política no es sino la historia de las sucesivas apropiaciones en el tiempo, si ello no es acaso la condición de posibilidad de los sistemas gráficos de expresión ideológico-política y el modo más viable de garantizar su eficacia y su operatividad, […] .
Como vemos, según esta autora, para que una estrategia simbólica sea significativa, es necesario mantener una memoria semántica que permita asegurar su legibilidad . De lo contrario, las nuevas pautas carecen de referencias de significado inmediatas para el receptor, lo que dificulta su interpretación. Además, estos dispositivos simbólicos no actúan en el vacío en el sentido de que, si bien dentro se ciertos límites, la interpretación es relativamente abierta. Para ser más precisos:
Una imagen puede adquirir innumerables interpretaciones o significados según los diferentes códigos y referentes que diversos observadores ponen en ella. Si bien las ideologías existentes […] limitan en forma efectiva el rango de interpretaciones que se aplican a un retrato fotográfico, la “significación” de esa fotografía no puede controlarse en el sentido de que su imagen (significante) permanece vinculada a algún código o referente (significado) determinado .
Es decir que los miembros de las clases subalternas no actúan como tabulas rasas a las que se les introducen ciertos significados. Por el contrario, las comunicaciones ideológicas desplegadas a través de discursos simbólicos son reformuladas de acuerdo a sus propias concepciones.
Asimismo, veremos como las estrategias simbólicas, si bien por lo recién señalado deben mantener ciertas continuidades, también van siendo modificadas de acuerdo a las necesidades de la hora.
En resumen, podemos decir que la necesidad de sentar estas bases teóricas se funda en el hecho de que el peronismo comprendió, casi como ningún otro régimen político de su época, la importancia de las representaciones simbólicas en la creación y comprensión del mundo. Perón comprendió que la era de masas iba acompañada por un aumento de la capacidad de reproducción técnica de las imágenes, obras artísticas y otras formas de discurso que operan a nivel simbólico y que son de gran utilidad para la comunicación; Y que, a medida que éstas iban perdiendo su carácter cultual como consecuencia del aumento de la capacidad de reproducción, en el otro extremo se incrementaba su importancia como valor exhibitivo, proceso del cual la política podía obtener importantes beneficios .

Estrategias simbólicas del peronismo hacia la fracción femenina de la clase obrera (1946-1955):
En este trabajo partimos de la idea de que el peronismo, más allá de sus particularidades, no produjo transformaciones estructurales en la situación de la mujer bajo el capitalismo. Bajo las relaciones de producción dominantes las mujeres se encuentran entre dos polos. Por un lado, son utilizadas como fuerza de trabajo barata en épocas de crisis. Por el otro, una vez que el ciclo económico se ha reactivado, las mujeres son confinadas al trabajo no pagado en el marco del hogar. De esta manera, el capitalismo se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo a un valor menor que el necesario si tuviera que pagar las labores domésticas que son realizadas en forma gratuita por las mujeres (tanto para el sostenimiento de la fuerza de trabajo en actividad, como para la reproducción de los obreros del mañana).
Para poder lograr el confinamiento en el hogar de la fracción femenina de la clase obrera, el capitalismo necesita desarrollar una batalla en varios planos. Necesita reducir las posibilidades de independencia económica de las mujeres, caso contrario podrían escapar a la función de reproducción de la fuerza de trabajo en el ámbito privado doméstico. Al mismo tiempo, se vuelve inevitable dar una dura pelea por la hegemonía del campo cultural. Desde el siglo XIX, con la aparición de una esfera de producción separada del ámbito familiar, las mujeres empiezan a ser relegadas al mundo de lo privado, mientras que los hombres se reservan para sí el ámbito público. Al compás de estos desarrollos, se fueron construyendo caracteres sociales que eran señalados como elementos intrínsecos de cada uno de los sexos. El hombre era visto como racional, activo y objetivo, mientras que la mujer fue definida como subjetiva, emocional y vinculada a la naturaleza .
Estas caracterizaciones encontraron un fuerte anclaje en el plano local. Desde finales del siglo XIX, fuerzas políticas de todas las extracciones (incluyendo a socialistas y anarquistas) señalaban que el ámbito natural de la mujer era el hogar, donde debían encargarse de atender a los hijos. El trabajo femenino era visto como una aberración o, en el mejor de los casos, como un mal necesario . Como señala Plotkin, “las únicas actividades femeninas aceptadas fuera del hogar eran aquellas relacionadas con la educación y la caridad” .
Como trataremos de mostrar desde el análisis del plano simbólico de la FEP, el peronismo no reformuló estructuralmente la situación de la fracción femenina de la clase obrera. Entonces, en lo que sigue, haremos un estudio de una serie de instituciones estatales creadas por el peronismo, abordando los significados simbólicos con que aspiraba a conformar la cultura popular, a través del estudio de algunas de sus características.

El estado peronista y sus instituciones
Con la crisis económica iniciada en 1929 en Estados Unidos, el liberalismo fue dejando paso a la heterodoxia como teoría y práctica económica predilecta. La intervención estatal pasó a ser considerada de vital importancia como mecanismo de reaseguro contra las imperfecciones del mercado, y el Estado de Bienestar fue ganando espacio en distintos puntos del globo.
El peronismo fue hijo del momento histórico en el que tuvo el poder. En el plano local, en el período en cuestión hubo una activa intervención en la regulación social, en la relación capital-trabajo y, también, en la asistencia social. Es decir que el Estado y sus instituciones tuvieron durante el peronismo una participación preponderante, aunque no absoluta, en los procesos de socialización.
En el caso específico de las mujeres, creó una serie de instituciones destinadas a su contención, regulación, disciplinamiento e incorporación de valores y prácticas sociales. En este sentido, un caso paradigmático fue el de la Fundación Eva Perón.
La Fundación Eva Perón (FEP):
En 1948 nació oficialmente la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, que tenía como una de sus metas lograr consenso entre aquellos sectores de la sociedad que no eran alcanzados a través de los sindicatos. Niños, ancianos y mujeres eran interpelados por densa red instituciones que pretendían incorporar apoyo político alternativo al que surgía de los sindicatos. Dado que la FEP tuvo a las mujeres como uno de sus blancos preferenciales, estudiar las estrategias simbólicas que de ella emanaban se vuelve una tarea de profunda significatividad para nuestro trabajo.
Si como afirma Mariano Plotkin, la FEP fue una institución que tenía como objetivo la creación de consenso entre las mujeres, entonces, es indudable que tenía que generar el universo simbólico capaz de lograrlo . En principio, desde la FEP se dispensaban recursos materiales a mujeres mayoritariamente pertenecientes a la clase obrera. Esta capacidad de distribución era eminentemente política, ya que actuaba sobre la organización de la sociedad .
La ayuda se canalizaba por dos caminos. El primero, era la ayuda social directa, en la que intervenía la propia Eva. Si bien este tópico ya fue desarrollado, por ahora basta con señalar la impronta simbólica de dicha intervención. El contacto directo y la intervención personal de evita en la resolución de los problemas la rodearon de un imaginario político de salvadora, que en muchos casos tomaba tintes religiosos . El segundo camino, implicaba la asistencia a alguna de las instituciones pertenecientes a la órbita de la FEP.
El hogar de tránsito y el hogar de la empleada:
En este apartado trataremos de demostrar que estas instituciones no cuestionaron las caracterizaciones y el lugar social que se le había asignado a la mujer en la etapa previa al peronismo. Proyectaron un universo simbólico en el cual el rol central de la mujer era en el hogar, como protectora de la familia, como esposa y como madre. Comenzaremos analizando la producción de significados políticos a través de un análisis de elementos provenientes del universo visual. Esto es, la arquitectura y la estética de los hogares.
Al analizar los planos estético y arquitectónico de dichas instituciones, se desprende una clara intención de vincular a los hogares con la femineidad. Ya desde el mismo nombre, se eligió la palabra hogar en reemplazo de asilo por ejemplo , se ve un intento por asociar estos espacios con la idea de que eran una replica del ámbito natural de actuación de la mujer . Desde el plano estético, una característica primordial de estas instituciones era el lujo y refinamiento de sus construcciones y de su mobiliario, lo que trazaba una línea de continuidad con lo que desde la cultura burguesa era atribuido a la femineidad, el buen gusto y la coquetería . Es decir que desde estos hogares, donde habitaban únicamente mujeres, se mantenía desde el plano estético y arquitectónico la asociación entre mujer y refinamiento, entre femineidad y espacio privado.
La misión fundamental de los hogares era asistir a los menesterosos, amplia categoría que rápidamente se circunscribió a las mujeres. En los hogares de tránsito se asistía a aquellas que por algún motivo necesitaran alojamiento en forma temporaria, pero las carencias no eran el único factor que pesaba al momento de elegir a una nueva integrante de estas instituciones. Eran seleccionadas mujeres con escaso nivel de socialización e instrucción , a quienes se les proveía de ayuda material y cuidados médicos. Pero por las características de selección, otra pretensión de las directivas de los hogares, especialmente de evita, era la de incluir la enseñanza moral y espiritual, lo que evidentemente impactaba en los procesos de socialización de las internas. A través de las Hermanas del Huerto se introducían en el conocimiento religioso, pero también se les impartían normas de conducta que, según Carolina Barry, “abarcaban desde aprender a tender una cama […] hasta cómo sentarse en la mesa . En este sentido, parece claro que los hogares tenían entre sus objetivos preparar a las mujeres que pasaban por sus instalaciones para su función de sostén y guía de la familia. Tal era el papel que se les asignaba en dicha estructura, que se pensaba que si se modificaban sus vidas cambiarían las de sus familias en conjunto. La mujer era el centro de la familia, como esposa y como madre. Esto se relacionaba con la asociación entre la idea del hogar como “santuario del amor” y el carácter emotivo atribuido a la personalidad de las mujeres. Para ser más precisos: “La protección social de las mujeres implicaba indirectamente proteger a la familia en conjunto” .
Del análisis de la propaganda y la folletería de la época, relacionada con la familia y el papel de la mujer en ese marco, creemos que se confirma la presunción de que el peronismo continuó proyectando desde el universo visual una simbología que vinculaba a la idea del hogar como el lugar natural de la mujer . Recordando que las imágenes son eminentemente materiales, en el sentido que configuran formas de actuar en el mundo, podremos percibir la importancia que tenían en la conformación de la cultura popular y en la construcción de la realidad.
Entonces, las normas de conducta que se impartían en esas instituciones son aquellas que el peronismo traducía en la propaganda y folletería relacionada con la mujer y la familia, y que esperaba que se traduzcan en prácticas concretas una vez abandonadas dichas instituciones . Su lugar estaba en el hogar realizando un trabajo no pago, abaratando el costo de reproducción de la clase obrera, esto es, el salario.
Como señala Marcela Gené, las representaciones visuales de la época muestran que:
Sentada frente a la máquina de coser, acompañando al hijo en el desempeño de sus tareas o recibiendo afectuosamente al compañero después de la jornada de labor, la figura convencional de la mujer como esposa y madre que empleó la gráfica no fue diferente de aquélla trazada por el feminismo, el socialismo local y la Iglesia católica desde los albores del siglo .
En síntesis, creemos que la gráfica peronista utilizó una simbología relacionada con la familia y con el papel de la mujer en la sociedad que encontraba un fuerte anclaje en el pasado. Es lo que Marcel Gené señala como la condición de posibilidad de los sistemas gráficos para ser legibles. Pero al mismo tiempo, dicha gráfica se apoyó en un pasado donde el papel de la mujer y la familia estaban fuertemente determinados y arraigados en la cultura popular. En este sentido, el peronismo utilizó un imaginario establecido, que desde el pasado confirmaba, en el presente, el lugar de la mujer. Es lo que Raymond Williams denomina tradición selectiva y que es profundamente operativa ya que se apoya en procesos que tienen una gran continuidad en el tiempo, de allí su legitimidad.
El peronismo se apoyo en esa versión dominante del pasado para lograr consenso entre las mujeres. También intentó agregar ciertas novedades a esa memoria semántica común, como la apelación a la militancia política peronista dentro del hogar. Pero lo hizo desde un universo visual que encontraba referencias de significado ya desde finales del siglo XIX. Y, además, en última instancia esas nuevas áreas de actuación no se contraponían al papel central en el hogar.
La escuela de enfermeras de la FEP:
La 7 de Mayo fue el nombre que la FEP le dio a la escuela de enfermería que estaba bajo su órbita. Esta institución no centralizaba la enseñanza de dicha profesión, ya que existía por aquella época otra escuela dependiente de la Secretaría de Salud de la Nación. Entre ambas existían algunas diferencias que nos pueden dar indicios sobre las formas en que se concebía el papel de la mujer en este ámbito.
Mientras que la institución dependiente de la Secretaría de Salud tenía un perfil mucho más técnico-profesional , lo que deduce de sus programas de estudio como de la cantidad de horas cátedra, la 7 de Mayo tenía una intervención de carácter político-social mucho más acentuado. Mientras que la escuela de la secretaria tenía como meta fundamental la preparación de auxiliares para la medicina, la institución dependiente de la FEP se proponía la formación de enfermeras capacitadas para una misión, “salvaguardar la seguridad individual, colectiva y aun del país entero” .
La enfermería había sido una profesión que tenía un predominio de mujeres entre sus filas. La asociación entre dicha actividad y la idea de que el instinto maternal era necesario para la correcta ejecución de sus tareas fueron generando de hecho la situación descripta. En este sentido, no sólo que el peronismo no significó una ruptura, sino que por el contrario reforzó el proceso de feminización de la profesión y maternalización . Desde folletos, propagandas y cortometrajes se tendió un vínculo entre el par madre-enfermera que se impuso a los objetivos de profesionalización que era impulsado desde la Secretaria de Salud. Como señala Marcela Gené en relación a la película Canto de fe:
El personaje central es una enfermera […]. En los pasajes que habla en primera persona, se refiere a su actividad exaltando la dimensión del sacrificio y la abnegación”. Y más adelante, en referencia a la película Su obra de amor:
Por momentos, la similitud de la vestimenta entre enfermeras y maestras dificulta la posibilidad de distinguirlas, […]. Ambas son mediaciones de la madre por un lado, actuando como eslabón intermedio de una cadena que termina en Eva, significante último de la “maternidad”, así como la Fundación aparece como la mediación de la familia .
Como vemos desde el universo de lo visual, el peronismo conformaba un imaginario de la enfermería en torno a la idea de que era una misión que sólo los instintos maternales podían afrontar. La propaganda incluso, en muchos, casos llevaba el amor y la abnegación de la enfermería a comparaciones religiosas .
En síntesis, creemos que el estudio de la enseñanza de la enfermería y, en especial de sus representaciones simbólicas, complementa las aseveraciones, que ya habíamos precisado para otros ámbitos, sobre el lugar que el peronismo asignaba a las mujeres en la sociedad. En tanto que lugar preferencial desde donde se interpeló a las mujeres en forma activa para el trabajo fuera del hogar, no sólo que no se abandonó el binomio mujer-madre sino que fue la base del llamado.
Conclusiones:
En este trabajo hemos intentado estudiar las formas que utilizó el peronismo para generar consenso entre la fracción femenina de la clase obrera. En particular, nos avocamos a las formas de intervención en el imaginario político. La relevancia del estudio de los mecanismos simbólicos, se funda en su intervención en la conformación de la vida material. En este sentido, dicho estudio no sólo permite entender la forma de legitimación a nivel ideológico, sino que también contribuye a entender el por qué de la actuación de hombres y mujeres.
En primer término, hemos hecho un balance de las distintas caracterizaciones que aparecen en la bibliografía. Hemos visto que aquellos autores que se han referido a temas de género, los hicieron desde dos posiciones divergentes. Por una parte, están aquellos autores que consideran al peronismo como el advenimiento de un nuevo momento para la mujer. Fundamentalmente hacen referencia a la inclusión femenina en la arena política, como al impulso del trabajo extra doméstico. Por otro lado, hay un segundo grupo que considera que los nuevos elementos de la simbología peronista hacia las mujeres, se realizaban en un trasfondo que dejaba intacto el papel tradicional de éstas.
Asimismo, es importante remarcar la importante cantidad de trabajos que enfocan la historia desde una perspectiva que les da excesiva relevancia a determinadas figuras, en detrimento de procesos y estructuras sociales. En el caso del peronismo, gran cantidad de estudios se detienen en las implicancias de la dominación de tipo carismática, encarnadas en Perón y Eva.
En segundo lugar, hemos sacado algunas conclusiones propias a partir del estudio de una serie de instituciones peronistas, destinadas primordialmente a mujeres. Dicha elección encuentra sustento en lo que señalara Gramsci. La hegemonía se conforma a través de la sociedad política más las instituciones de la sociedad civil. En el peronismo, ambas dimensiones fueron sumamente activas en la creación de una identidad popular. Como fue señalado en el trabajo, el Estado cumplió un rol preponderante en la intervención sobre la sociedad. Partiendo de un proceso de selección sobre los elementos disponibles en el repertorio de la tradición sobre el papel de la mujer en la sociedad, el peronismo se basó en imágenes políticas que marcaban al hogar y al trabajo doméstico como el lugar natural para el desenvolvimiento de la mujer.
Sin embargo, como señalara Raymond Williams, para que este imaginario político fuera efectivo, era sumamente importante la existencia de Instituciones capaces de imponer dichas representaciones. Entonces, el peronismo creó una serie de organismos que se encontraban a mitad de camino entre la sociedad civil y la política, una de ellas fue la FEP.
Analizando el mundo simbólico que desde dicha institución se desplegó, se observa que sobre el papel tradicional de la mujer se incorporan nuevas identidades femeninas, algunas de las cuales hacían referencia al trabajo fuera del hogar, como la enfermería. Sin embargo, esto nunca significó un replanteamiento sobre el lugar social de la mujer.
Partiendo de una simbología destinada a las mujeres, propia de la cultura dominante, el peronismo hizo suyos valores y significados emergentes que no entraban en contradicción con los de dicha cultura. Un ejemplo paradigmático lo constituye la ley del voto femenino. El peronismo incorporó dicha demanda a su imaginario político, demanda sumamente compatible con el ideal burgués del ciudadano. Así, la Ley 13.010 permitía incluir las nuevas demandas sobre un marco que dejaba intacto el lugar social de la mujer. La politización no incluía la transformación de la organización de la sociedad.
En este sentido, el peronismo en ningún momento planteó una superación de las desigualdades de género, simplemente alentó aquellas demandas que no entraban en contradicción con la ubicación del trabajo de la mujer en el hogar, cuidando a los niños. Nunca fue cuestionada la vida para otros (como esposa al marido o como madre a los hijos) de la mujer, lo que hubiera requerido transformar las actividades domésticas en una rama más de la producción social.
Apéndice fotográfico: El conjunto de fotos de este apartado fueron tomadas en el ex Hogar de tránsito N ° 2, hoy Museo Evita.
N ° 1

Un afiche del sindicato de canillitas, donde se le asigna un carácter santo a la mujer de Perón.
N ° 2

Una imagen del patio del Hogar, donde se ve a mujeres tejiendo ( en el fondo de la fotografía, sobre la izquierda) o cuidando niño
N ° 3

Aquí se observa el lujo y refinamiento del uno de los espacios del Hogar de Tránsito N ° 2. En el fondo, una fotografía de la época, donde se puede ver a madres cuidando a sus hijos.
N ° 4


En esta imagen, se ve una asociación entre el trabajo de las mujeres y el hogar como lugar de su realización.


N ° 5

Una publicación de la FEP, donde se cuenta en idioma inglés la función de los Hogares. Se resalta su papel en la creación de conductas que prevengan la caída en vicios y tentaciones.













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