sábado, 30 de octubre de 2010

Historia Antigua de Israel

Por: María Eugenia Vecchione

En esta breve reseña buscaremos delinear las ideas principales, objetivos y aportes brindados por Mario Liverani en su libro Más allá de la Biblia (2005). Nacido en Roma en 1939, es considerado uno de los principales especialistas en historia antigua de Oriente. Catedrático de Historia de Oriente Próximo en la Universidad de Roma La Sapienza. Fundador y director de la revista Vicino Oriente, miembro de la American Oriental Society, Accademia delle Scienze de Turín, y doctor Honoris Causa de la Universidad de Copenhage y de la Universidad Autónoma de Madrid. Entre sus principales obras destacan: Storia di Ugarit (1962); Sargon di Akkad (1966); L'origine de la città (1986); Antico Oriente: Storia, società, economía (El Antiguo Oriente: Historia, sociedad y economía, Crítica, Barcelona, 1995); Oltre la Bibbia: Storia antica di Israele (Más allá de la Biblia. Historia antigua de Israel, Crítica, Barcelona, 2005) que se encuentra entre sus ultimas publicaciones.
El libro esta dividido en dos partes, una primera parte que corresponde a la “historia verdadera” y la segunda a otra “historia inventada”. Esta partición, según el autor, se debe a que uno de los objetivos que se propone es llevar a cabo una reelaboración de la historia de Israel que tenga en cuenta no solo los aportes realizados por la arqueología y la reconstrucción netamente histórica, sino también por la fuente bíblica, no tanto por la cronología que utiliza sino justamente por la singularidad que presenta su conformación como pilar para la fundación de una nación y de un religión (prefacio, pag. XI).
La primera parte del libro, la “historia verdadera de Israel”, da comienzo con una historia del territorio sirio-palestino a fines del Bronce Tardío -características de la población, del territorio, contactos comerciales, desarrollos económicos y políticos- y la irrupción, en el siglo XII, de los “pueblos del norte” que sumado a diversos factores pone fin al sistema regional del bronce dando paso a la Edad de Hierro y con ella la etnogenesis de Israel. Liverani les da el nombre de protoisraelitas a estas nuevas sociedades surgidas a partir de la fusión de elementos tribales ya existentes en las aldeas de altura de Palestina y fortalecidos por aportes demográficos y socioeconómicos de procedencia agrícola, probablemente aquellos campesinos endeudados que escapaban del control palaciego –los habiru-. En esta sección de la “historia verdadera” continúa los lineamientos que se pueden observar en su anterior obra El Antiguo Oriente, lo que el llama una historia normal y banal, con un desarrollo análogo de los reinos del área de Palestina que acabaron devastados y sus habitantes deportados por la conquista imperial primero asiria y luego babilónica. Una historia que finaliza con una segunda crisis, la del siglo VI, con la sucesión de los imperios de Asiria por Babilonia, y luego esta por Persia. El colapso demográfico y la crisis de los asentamientos producto de las deportaciones dan lugar a una reestructuración de las relaciones sociopolíticas y de las concepciones religiosas y culturales. Liverani utiliza el termino “época axial” para denominar a este periodo de innovaciones en el terreno religioso y político que dan lugar a la revisión y relectura histórica del pueblo de Israel, al monoteísmo ético centrado en la figura de Yahvé, el alejamiento de un ritualismo publico a un culto ceremonial basado en valores éticos en un ámbito personal, consumación de la elaboración de la Ley, la asunción del clero sacerdotal de Jerusalén con la misión de Esdras y la auto-identificación nacional a partir de aspectos religiosos mas que políticos.
En este punto Liverani da comienzo a la “historia inventada” y con este hito da paso al segundo tomo del libro. Con el siglo VI la recuperación del pasado se pone en función de una restauración de corte nacional tras varios años de crisis política y cultural y de intrusión extranjera. Bajo la dominación del Imperio Persa, a los judíos deportados se les permitió regresar a Jerusalén, y a partir de este momento comienzan la reorganización política, religiosa y social tomando como fundamento la relectura del pasado a través de los escritos bíblicos justificando una época fundacional que se remontaba en el tiempo. De esta manera, Liverani va reconstruyendo una historia de Israel a partir de la hipótesis de que la mayoría de los pasajes bíblicos fueron escritos en momento de la estadía en Babilonia y en época posterior a ella, donde es probable que los hebreos deportados (pertenecientes a los círculos palaciegos, personal del templo, sacerdotes y escribas) a esta ciudad hayan entrado en contacto con fuentes y relatos narrativos babilónicos reutilizándolos para su propia tradición y reforzar sentimientos de identidad. Estas relecturas realizadas por sacerdotes fueron necesarios para fundamentar una ideología de corte nacionalista, que permitía reforzar las ideas de pertenecía y posesión de la tierra e identidad religiosa, quebrantadas por las deportaciones tanto asirias como babilónicas. Por ejemplo un caso que analiza es el contexto y la cronología de la época de los Jueces, una fase sin rey para toda Palestina es una construcción artificial dado que se contradice con los registros arqueológicos que muestran la persistencia de estructuras palaciegas. Es probable, en cambio, que el autor/es de los textos bíblicos haya proyectado sobre el pasado mítico de los orígenes los problemas y debates suscitados en el épocas de regreso a Judea tras el Cautiverio y la necesidad de conformar una entidad política-religiosa -ya sea a través de una organización de jueces y ancianos, una restauración de la monarquía de “la casa de David” o tomar el estatuto de ciudad-templo según el modelo babilónico-. Por ende para el autor toda la elaboración ideológica de época persa adquiere un carácter retrospectivo, haciendo referencia a acontecimientos pretéritos a los que fundamenta dándole un significado necesario para conformar el nuevo aparato social, político y religioso.
Las comparaciones realizadas entre fuentes asirías, babilónicas y persas y su correlato bíblico es de sumo interés para observar las similitudes entre ambas, como por ejemplo aquellas referidas al diluvio universal, los paralelismos entre Moisés y Sargon, y la ambientación del Jardín del Edén con los jardines persas.
En materia de cuestiones sobre la datación arqueológica y de cronología bíblica, Liverani continúa la línea de investigación propuesta por Israel Finkelstein, la llamada “cronología baja”. Esta teoría presupone “bajar” las fechas de ciertos sucesos como por ejemplo la construcción de los edificios palaciegos atribuidos a Salomón por la Biblia en el siglo X al siglo IX, debido a los descubrimientos arqueológicos recientes que permiten determinar que para el siglo X Jerusalén era apenas un pequeño emplazamiento de Palestina. Según Liverani, las dimensiones y características del Templo referidas en la Biblia superan el espacio disponible de la ciudad de Jerusalén, en cambio responden a características de la época persa. La necesidad de atribuirlas a los tiempos de Salomón responde a una necesidad de conferirle un valor fundacional en momentos posteriores a la Cautividad.
Es en el epilogo donde Liverani manifiesta sus criticas a otras corrientes de investigación y establece su propuesta para futuros estudios sobre el área. A la visión tradicional la tacha por no aceptar el enfoque de la crítica moderna que establece la reelaboración histórica llevada a cabo por la elite intelectual judaica de la Cautividad y época posterior a ella, cargando a la historia normal de todos los valores ideológicos posteriores. En cuanto el enfoque crítico reciente que niega aceptar como fuentes autenticas las reelaboraciones tardías quedándose con una historia antigua pobre y carente de interés excepto para especialistas, y por lo tanto no dan cuenta de cuan profundo hunde sus raíces en los acontecimientos anteriores la reelaboración posterior e indagar si en ellas sigue habiendo informaciones antiguas, cuales son, a través de que canales fueron trasmitiéndose y cuales son las deformaciones que las afectaron. Es por eso que propone un tercer enfoque metodológico, donde confluyan ambas vertientes instituyendo en la investigación la crítica a las fuentes, los aportes arqueológicos, datos demográficos y antropológicos. De esta manera, Liverani propone establecer una relación entre la historia normal con la inventada dado que la primera no carece de valores ideológicos y la segunda no carece de hechos reales y referencias que puedan ser autenticas.
De lectura sencilla, claro, conciso, sin grandes debates historiográficos ni terminología demasiado académica, con mapas de la región, cuadros cronológicos, imágenes y la cita de fuentes bíblicas y mesopotámicas, Más allá de la Biblia conforma un libro que no buscar dar cierre al debate en torno a las investigaciones sobre la historia de Israel sino justamente a abrir el mismo en un nuevo escenario, donde confluyan la historia normal y la historia inventada en el marco de la reconstrucción histórica moderna.